EL HOMBRE: SOCIEDAD, MORAL Y CONCIENCIA.


Aristóteles nos dejó una frase que aunque pasen los años sigue llevando a reflexionar a muchos acerca del hombre y la sociedad: “El hombre es un ser social por naturaleza”. Y es que ya desde pequeños formamos parte de una sociedad que nos va moldeando, nos da el lenguaje y forma hasta nuestra manera de pensar sobre diversas cosas.

Cada sociedad presenta algo que lo lleva a ser diferente y único, no va ser igual el estar en Perú que el estar en China o en cualquier otro lugar del mundo. Nuestras costumbres y creencias no son las mismas en otras culturas. Como ejemplo tenemos a los naturales de Bali. Ellos tienen costumbres que nos pueden parecer muy extremas, pero que para un hombre de esa cultura es de lo más natural.

Pero en toda esta diferencia de culturas, afirmamos que el hombre está en una sociedad, cumpliendo con las reglas y los deberes que esta le pone. Uno no puede vivir separado de los demás, necesita de otros hombres para aprender e incluso conocerse así mismo.

En la evolución del hombre también podemos notar este comportamiento de ser social. Por ejemplo, la recolección de frutos y la casa de animales se hacían en grupos. Además de eso, vivían y se movían juntos. Esto nos da una idea de que los hombres no pueden vivir separados de una sociedad.

Hay casos en los que algunos niños se criaron con lobos u otros animales. Éste es el caso de Mogli en “el libro de la selva”. Muchos creerán que esto solo pasa en una película de ficción, un cuento que no podría ser real. Esto no es del todo cierto, se han visto casos de niños que fueron criados, por lobos, monos, y otros animales. Ellos fueron los que inspiraron la creación de la historia de Mogli. Todos los pequeños, adquirieron los comportamientos de los animales con quienes fueron criados. Es pues, que el hombre, va buscando pertenecer a una sociedad y relacionarse en torno a ella.

Pero el que pertenezcamos a una sociedad y que esta sea diferente en muchos aspectos a otras, no significa que no podamos adentrarnos a otras culturas. Y esto en nuestros tiempos tiende a ser más fácil y más llevadero, ya que la presencia de los medios de comunicación, facilitan los enlaces con otras culturas.

El hombre es un ser social, pero dentro de esta sociedad, también tiende a ser un ser moral. Es esta moralidad que nos lleva a diferenciar entre los actos buenos o malos que realizamos con suma libertad.

Kant nos dirá que existen dos tipos de seres, los que valen por sí mismos y los que valen por otros. El ser humano, llega a pertenecer al primer tipo, pues esto implica ser digno y libre para tomar decisiones dentro de la sociedad. Pero así como tiene derechos, también tiene deberes, los que les da la misma sociedad, ya que para pertenecer a una, hay que acatar las normas. Esto no quiere decir que se deba perder la libertad, pues uno es libre de optar por aceptar o rechazar estos derechos y deberes. Aceptando las consecuencias de nuestra decisión.

Así mismo, al hablar de una moralidad, también podemos hablar de la conciencia del hombre. Es esta la que nos ayuda a tomar las decisiones correctas. Desde su etimología “saber que se sabe”, nos da a comprender que nuestra conciencia nos proporciona una luz para nuestras acciones, ya que nos propone un tipo de elección. Por ejemplo, nosotros podemos decidir entre hacer el mal a alguien o hacerle el bien. Nuestra conciencia actuara de acuerdo a las normas establecidas, si hago el mal tengo que aceptar las consecuencias de la acción ejecutada.

Al hablar de elección estamos dando paso a la libertad, ya que por esta podemos tomar una decisión según nuestro criterio. Pero existe la libertad negativa que vendría a ser aquella en la que nada nos limita y en la que podemos hacer lo que se quiera, sin tomar en cuenta nada. Al contrario, la libertad positiva está limitada a las fuerzas exteriores, a las reglas de la sociedad.

A todo esto nos dirá Freud que el ser humano tiene limitaciones y está en su propia mente, ya que en nosotros existe la parte consiente, el pre-consciente y el inconsciente. A esta última no somos capaces de entrar fácilmente. Así mismo nos dirá que el ser humano a lo largo de la historia sufrió tres grandes ofensas: la cosmológica, que nos dice que no somos el centro del universo y que la tierra es más pequeña que el sol; la biológica, que presenta que somos un animal más; la psicológica, que nos muestra que no somos dueños ni de nosotros mismos.

Miguel Antonio Arista Tafur

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